La formulación por parte de Chris Anderson de la conocidísima teoría del long tail fue inmensamente útil para los que nos dedicábamos y nos dedicamos al comercio electrónico ya que nos permitía explicar con cierta “autoridad” por qué la regla de Pareto no funcionaba en nuestro negocio y es necesario tener un amplísimo surtido para tener éxito.

En mi paso por Casa del Libro esto no fue una gran dificultad porque esta cadena ya tiene entre sus señas de identidad la amplitud de surtido como factor diferenciador y de éxito. La librería virtual de la cadena empezó su andadura como negocio[1] en 2001 con cerca de 300.000 referencias en la web a lo se le podía añadir la posibilidad de solicitar un libro que no aparecía en el catálogo. Nosotros lo buscábamos en una base de datos de más de 3,5 millones de libros. Los competidores, principalmente FNAC y El Corte Inglés, apenas sobrepasaban los 50.000. Cada año gestionábamos una media de 20.000 nuevas altas para mantener actualizada la librería online en lengua castellana con una selección más amplia de producto, muy por encima de la de Amazon incluso. Este modo de actuar suponía un enorme esfuerzo organizativo y de coste para el incipiente y poco rentable negocio del momento. La consecuencia es que resultaba difícil de explicar por qué con tan poca venta como teníamos en 2001, era necesario continuar con esa política en 2004.

¿Es un engaño el Long Tail? En su momento, este tema me costó varias discusiones con la dirección del Grupo Planeta (la dirección de Casa del Libro siempre apoyó esta estrategia) y, hasta la aparición del libro del editor de Wired, me resultaba difícil explicar por qué esto era necesario. A la postre, creo que este fue uno de los principales factores claves de éxito que hizo de la librería virtual el líder indiscutible de su categoría en España.

La pasada semana leí este interesante artículo, excelente, bien argumentado con investigación, sobre como una menor selección puede incrementar notablemente la tasa de conversión y, por tanto, la rentabilidad del negocio.

Adicionalmente, tenemos la ya conocida polémica a la que me he referido en otras ocasiones con Anita Elberse. La profesora de Harvard sostiene que el long tail no es rentable ya que los costes operativos y el bajo margen que conlleva genera pérdidas sistemáticas a quien sigue esta política comercial. Su trabajo también está basado en una impecable investigación cuantitativa. Ya hablé de este asunto en un post anterior.

Si unimos ambos postulados, ¿deberíamos llegar a la conclusión de que hemos vivido engañados todo este tiempo? ¿Es quizás el long tail un engaño que nos lleva a una falta de rentabilidad crónica? Francamente estas son preguntas que, llegado este punto, nos deberíamos hacer. Y yo me las hago y os las traslado en este artículo. ¿Es una buena política comercial gestionar un inmenso surtido? ¿Me lleva ese camino al éxito en comercio electrónico?

Mi conclusión sigue siendo clara: Sin duda. Hay que seguir apostando por el long tail como política de gestión del surtido. Me baso en:

– Mi experiencia. Tanto mi paso por Casa del Libro, como DVDgo.com, como El Armario de la TeleAlice, me llevan a afirmar que los clientes prefieren comprar en sitios con un amplísimo surtido donde tienen ocasión de encontrar productos que no pueden encontrar en otro lugar. Cuando haces encuestas, ves claramente que los clientes lo demandan y lo identifican como factor diferencial con los competidores (positivamente en el caso de CDL y DVDgo.com y negativamente en EAT y Alice).

long_tail_ct– La observación. Prácticamente todos los etailers de gran éxito basan su política comercial en un amplio surtido. Empezando por Amazon, la gran referencia, que siempre ha puesto en el centro de su estrategia la satisfacción del cliente girando en torno a tres factores: precios bajos, atención premium y amplísimo surtido. No es sólo Amazon, casi todas las tiendas virtuales (excluyo venta flash y clubs privados de compra) y marketplaces de éxito tienen entre su ADN el long tail.

Una idea, todavía no demostrada cuantitativamente, de que el factor que concilia los trabajos aparentemente contradictorios de estos autores (Elberse vs Anderson) es la fidelización de los llamados “heavy users”. Este tipo de clientes que compran más a menudo y generalmente con un pedido medio más alto son la principal fuente de rentabilidad de los ecommerce. De este modo, tener un amplio surtido genera que los clientes te elijan. No sólo para comprar los productos “raros” que no están a la venta en otros sites, sino también los productos más comerciales. Esto implica que vender tail o productos ‘raros’, te ayuda a vender mucho head o productos comerciales.

¿Es un engaño el Long Tail?

¿Qué pienso del trabajo de Elberse o del artículo al que me he referido? Pues francamente creo que sus estudios son rigurosos y que, sin embargo, sus conclusiones no son incompatibles con mi tesis principal: Es necesario un amplio surtido para tener éxito. ¿Dónde está la trampa? Pienso que no podemos ver los hechos aislados, sino que tenemos que meterlos todos dentro de una experiencia global de cliente y es aquí donde la política de “Larga Cola” me lleva al éxito al proporcionar al cliente una experiencia global más satisfactoria con las tiendas que apuestan por el surtido amplio versus las que no.

Sin embargo, el artículo de Blair Keen proporciona un aspecto muy interesante que posiblemente no estamos gestionando bien las tiendas online. Porque una cosa es tener un amplio surtido y otra diferente presentar siempre muchas opciones al comprador. Según los estudios en los que se apoya este autor, esto puede ser un error. De este modo, podríamos aumentar nuestra tasa de conversión notablemente si somos capaces de combinar ambas estrategias aparentemente incompatibles.

Como esta entrada ya está resultando demasiado larga y no quiero abusar de vuestra paciencia, me reservo para otro post explicar cómo creo que se pueden compatibilizar.

¿Qué opináis? ¿Long tail si o long tail no?



[1] Anteriormente había tenido una función de servicio y como tal se consideraba: un centro de coste.