Son los peces los que cargan con la mala fama al respecto pero, en mi opinión, somos los humanos los que tenemos muy poca memoria y esto nos lleva meternos en similares jardines una y otra vez.
A finales de los años 20 del siglo pasado, se hicieron las primeras emisiones públicas de televisión con una tecnología todavía rudimentaria que se había trabajado en paralelo en tres ciudades: Londres, Berlín y Nueva York. La BBC presume, como no, de haber sido la primera, en 1926, pero pronto se sumaron la CBS y la NBC en Estados Unidos. El aparatejo que rendiría a las masas estaba listo pero, como los humanos tampoco somos muy hábiles en eso de ponernos de acuerdo, se desarrollaron tres formatos de emisión incompatibles: PAL (el europeo, de 625 líneas), NTSC (el norteamericano de 525 que el ambiente televisivo patrio desglosaba como “Nunca Tiene Su Color”) y SECAM. La distribución geográfica de cada uno se puede ver en el mapa.
Con la invención del magnetoscopio (Video), en los años 50, también ocurrió algo similar. Los americanos de AMPEX crearon un modelo profesional y BOSH en Alemania, hizo el suyo propio y no fue hasta los 80 que se estandarizó el sistemas Betacam de SONY. El vídeo doméstico estaba mediatizado por los formatos de emisión y, para ‘simplificar’ las cosas, entraron en liza también dos sistemas: VHS y Betamax. El desarrollo de la alta definición en los 90 que, visto lo anterior, debería haber caminado hacia la ‘unificación’ tampoco lo hizo y norteamericanos, europeos y japoneses establecieron sus propias normas técnicas que luego los diferentes países adaptaron creándose casi una treintena de variedades… Al final se impuso el BluRay de Sony al HDDVD de Toshiba pero no sin antes generar buenas dosis de inseguridad y extracostes a la industria y consumidores.
Hoy, de nuevo, estamos asistiendo a una nueva batalla de formatos y sistemas que afecta a este electrodoméstico imprescindible en nuestras casas a cuenta de las Smart TV o televisiones inteligentes (curioso que siempre las hayamos llamado cajas tontas…). Para que una tele pase de ‘tonta’ a ‘lista’ necesita cumplir una serie de requisitos:
- Poder emitir contenidos (vídeo, audio, fotografías…) de diferentes dispositivos ya sean de almacenamiento (discos duros, memorias USB…) o red.
- Dar acceso a internet y permitir la búsqueda y navegación, acceder a contenidos “a la carta”, redes sociales y multimedia.
- Servir en alta definición
- Posibilidad de instalar y lanzar apps que permitan ampliar contenido o interactuar (votos, juegos, publicidad…)
- Pueden ser manejados desde un dispositivo móvil a través de las aplicaciones correspondientes.
- Facilitar las compras online.
El grado de penetración de las Smart TV en los hogares ha sido muy rápido y es bastante alto. Según un estudio realizado en 2013 por The Diffussion Group, un 25% de hogares norteamericanos contaba con una o más teles inteligentes, sin embargo, un tercio de estos no estaba conectado a internet y sólo el 14% tenía instalado un dispositivo para emitir en streaming (Apple TV, Roku o TIVO, lo que se conoce genéricamente como set-top box).
En España, según un estudio de GFK publicado en noviembre de 2013, 2.700.000 hogares tenían una Smart tv, de estos, el 21% le sacaban el rendimiento a través de su laptop, el 18% con una consola, el 6% con la Tablet y sólo un 2% con un set top box. Este mismo estudio anticipaba la convivencia de diferentes pantallas (tvs, smartphones, tablets…) y calculaba que en los próximos 5 años la venta de estos equipos alcanzaría los 100 millones de unidades.
Al margen de la adaptación por parte de los usuarios, existen dos líneas de competencia en el mercado: los equipos y las plataformas de distribución.
En el caso de los Smart TV, los fabricantes que parecen despuntar en este momento son Samsung y LG.
Respecto a las plataformas, aún queda camino por andar (y en nuestro país, más). Netflix, por ejemplo, muy extendida en EEUU, ha estado planeando su entrada en Europa a lo largo de este año y justo ayer anunciaba que el servicio estaría disponible en Alemania, Austria, Suiza, Bélgica y Luxemburgo a finales de 2014. España no parece entrar en sus planes debido a la piratería. Hulu, con un amplísimo público en Estados Unidos ni siquiera se ha planteado salir de sus fronteras. La opción aquí pasa por Apple TV o Google Play Movies pero también tenemos a Yombi intentando hacerse un hueco por ejemplo.
Podríamos hablar de una tercera línea de negocio: la de las apps destinadas a estos aparatos. Como prueba de ello, el día 13 de mayo, dentro de la gira de AppCircus a su paso por Barcelona, se dieron cita múltiples desarrolladores para buscar soluciones y herramientas. “Las apps para Smart TV han dejado de ser un producto de futuro para convertirse en una realidad, en la que han pasado de ser utilizadas en segundas pantallas a convertirse en el canal principal para acceder a los medios” señalaba hace unos días Ernesto Arroyo, responsable de Tecnología de AppCircus y doctor por el Instituto Tecnológico de Massachusets (MIT)
Hay otro elemento que sumar a esta compleja ecuación televisiva, aunque, por el momento, no se habla mucho de él: el HbbTV (Hybrid Broadcast Broadband TV) que permite la emisión de contenidos on demand combinando la banda ancha y la radiodifusión. Se trata de una fusión de los contenidos de la web con los de la televisión digital a través de un formato estándar de código abierto que beneficie a todos los fabricantes y proveedores de contenidos por igual. Telefónica, en colaboración con RTVE, realizó unas pruebas encaminadas a ver si los usuarios estaban cómodos con el sistema HbbTV y si se mostraban propensos a adquirir productos directamente a través de la plataforma con resultados muy positivos.
En todo caso, lo que parece claro, es que la Smart TV está llamada a cambiar de forma drástica el modo en que consumimos contenidos hasta ahora típicamente televisivos. YouTube ya ha provocado ciertos estragos pero la generalización y asimilación de este tipo de dispositivos hará que muchos modelos de negocio se tengan que transformar drásticamente. Y, claro, luego vendrán los llantos, las proclamas de competencia desleal y las cantinelas para poner a la policía a proteger chiringuitos particulares de los malvados ciudadanos piratas… ¿Qué está haciendo la industria televisiva para adaptarse?
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